Julián C. González, evocador del viejo Buenos Aires
Con justeza en la apreciación leemos acerca del maestro
González “Evocador del viejo Buenos Aires”. Nadie como él rescató a través de
sus aguafuertes las viejas casas de San Telmo, Monserrat y otros barrios tal
como Flores, Belgrano, nuestra vecina Morón e Ituzaingó en menos ocasiones.
Había nacido en Flores el 25 de octubre de1899. De su
juventud en dicho barrio contamos con el valioso relato del convecino don
Gerardo Ansalone. Nos cuenta que conoció a González cuando éste cursaba Dibujo
y Francés en una escuela complementaria vespertina. Quedó impactado por las
condiciones innatas de artista y utilizando Ansalone su condición de docente le
sugiere concurrir a una escuela de mayor nivel por ejemplo la Academia Nacional
de Bellas Artes. Para ello González debía completar sus estudios primarios que
había discontinuado y nuestro apreciado Ansalone cumplió un papel fundamental
en la tarea.
Completado dicho ciclo ingresa en la Academia con excelentes
notas egresando 6 años después con el consenso del Director don Pío Collivadino
que le considera uno de sus alumnos predilectos.
Contrajo matrimonio con María Angélica Migone naciendo de la
unión su única hija Lucía Olga, todo ello aun en Flores.
Por distintas causas el matrimonio González viajaba con
asiduidad a Ituzaingó hasta radicarse definitivamente en el año 1938 teniendo
como último domicilio Zufriategui 976, donde le conocimos. Allí nos abandona en
la paz del Señor en 1968.
Aunque la pintura, monocopia y el dibujo formaron parte de
su producción artística, es a través del grabado (aguafuerte) que logra sus
mejores realizaciones poniendo una técnica impecable al servicio de una
temática caracterizada por enfoques inimitables y por demás singulares.
De él dice el destacado crítico Carlos Foglia: “Poseedor de
bondad infinita y exquisito sentido de la amistad sus aguafuertes son
expresiones de técnica personal. Dibujante de extraordinario dominio le permite
trabajar con una soltura que sólo se alcanza después de prolongada
especialización. El grabado lo sedujo para siempre en obra comunicativa con
serenidad, poesía y dulzura”.
De las palabras del mismo Julián González rescatamos: “El
grabado da rienda suelta a mi fantasía y válvula de escape a mis nervios. Una pena
me llevó al grabado, necesitaba concentrarme en algo para distraerme, me
dediqué a él y me absorbió del todo y para siempre”.
Participó en el Salón Nacional desde el año 1929 hasta 1964
en todas las especialidades obteniendo primeros premios en 1930 y 1931. También
obtuvo premios en La Plata, Mar del Plata, Valparaíso, Viña del Mar, Río de
Janeiro, Santa Fe, Morón, etcétera. Recibe en 1952 la medalla de plata “Honor
al mérito” del Salón Nacional de Bellas Artes.
Sería demasiado extenso citar las exposiciones que realizó y
los museos que poseen obras suyas, pero sí mencionar que los más importantes
museos nacionales y provinciales las exponen. Fue también jurado del Salón
Nacional en numerosos concursos.
Además de su obra plástica ha publicado varios libros y
colaboraciones con poesía sencilla y directa a menudo evocativa de su
transcurrir en el barrio de Flores en que vivió.
LAS ANTIGUAS QUINTAS
Había en ellas esa dulce armonía de la joven edad, perfume y
poesía…
Sí, eran espléndidos jardines, arrogantes abrigaban amores
sus árboles gigantes.
Para luego finalizar:
Y todo es silencio, sombras y temores en las que fueron
Quintas de San José de Flores.
Agradecimientos:
A su hija Lucy González de Lalane quien nos abrió las
puertas de su casa, testigo vivo de la iconografía de su padre nuestro
biografiado Julián C. González.
Al profesor Gerardo Ansalone de cuya monografía obtuvimos
valiosas referencias y en su recuerdo homenajeamos a los deleitantes de la
cultura local.
A la comunidad de mi pueblo siempre expectante en el campo
de la memoria.